Diréis que tengo fijación con “la Espe”, pero es que esta mujer es muy completa y sus aventuras y desventuras dan para mucho. Propongo una serie al estilo de “El gran héroe americano”, con “La Espe” de protagonista luciendo poderes mágicos y peinados portentosos. La serie daría comienzo durante un viaje a Castilla la Mancha, en el que se le aparecen unos extraterrestres que aterrizan con su nave. Acostumbrada como está a sobresaltos, no se sorprende de la aparición y pasa la tarde conversando con los visitantes, incluso les regala una caja con pelis de José Luis Garci. Estos la obsequian con un traje que le confiere poderes especiales pero, en su natural incompetencia, pierde el libro de instrucciones. A partir de ese momento se suceden las torpezas y la historia deviene, más de una vez, en cuento terrorífico. Como es el caso que hoy traigo al blog.
Entre el año 2003 y 2005 el Hospital Severo Ochoa de Leganés vivió unos hechos sin precedentes. Luis Montes, y otros ocho médicos fueron acusados de sedar irregularmente a 15 pacientes terminales. “No recuerdo cómo empezó el día en el que me acusaron de matar a 400 personas. He intentado muchas veces pensar en aquellas primeras horas del viernes 11 de marzo de 2005, cuando desperté por última vez siendo un médico sólo conocido por la familia, los amigos y la gente del hospital. Antes de que un periódico publicara mi foto en portada, como si fuera casi un asesino en serie, y de convertirme en blanco de los insultos y calumnias de todo un sector político y mediático. Las cosas que sucedieron a partir de aquel día sólo las puedo comparar con un huracán. Una fuerza brutal que giraba a nuestro alrededor y que todo lo arrancaba. Y nosotros, en el ojo, no podíamos hacer otra cosa que mirar, protegernos y esperar a que amainara”. El caso comenzó a raíz de unas denuncias anónimas que motivaron la posterior investigación. Unas denuncias que para Montes “está claro que fueron aprovechadas políticamente por el Gobierno regional de Madrid para crear una gran infamia que cubría todos sus proyectos de privatización de la sanidad pública madrileña”.
En enero de 2008 la Audiencia Provincial de Madrid sentenció que eran inocentes y el Ayuntamiento de Getafe aprobó en pleno, con los votos a favor de PSOE e IU y en contra del PP, solicitar la dimisión del anterior consejero de Sanidad y actual responsable de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, por su actuación en el caso Severo Ochoa. Al mismo tiempo se exigía que tanto Lamela como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pidieran perdón públicamente. Los dos se negaron. No renegaron de unas acusaciones que contaban además con el apoyo mediático de los medios afines. Algunos, como Giménez Losantos fueron condenados por calumnias. Nada nuevo. Una caza de brujas que se extendió a las clínicas abortistas y que contó con la inestimable colaboración de Ana Botella (sí, la de las peras y las manzanas): “Creo que todos hemos visto esas escenas espeluznantes de niños de siete meses de gestación en las trituradoras. A mí me produce auténtico sonrojo que aquí al lado un niño de siete meses entre en una trituradora“. Su intento de prestidigitación para que todos veamos algo que no hemos visto debería figurar en los más prestigiosos manuales de propaganda al lado de maestros como Goebbels. Una fantasía gore que a ella le producía “sonrojo”.
El paso siguiente de Aguirre y su equipo fue privatizar la gestión de los servicios de los cuatro grandes hospitales públicos de Madrid. Ella misma lo justifica: “La gestión privada de los nuevos hospitales públicos es "más eficaz" que la gestión pública”. Una tarea que se traduce en la dejadez y el abandono de los hospitales públicos en favor de la sanidad privada. Con resultados como la inundación que sufrió el servicio de urgencias del hospital Infanta Leonor, el apagón informático de los siete nuevos hospitales, las imágenes (estas sí) en Clínica del Hierro de cadáveres almacenados junto a cubos de basura, o el caso de Silveria, una anciana de 87 años aquejada de una enfermedad pulmonar, que malvivió durante seis días en los pasillos del hospital La Paz. Las Universidades públicas están padeciendo el mismo tipo de asfixia administrativa.
En una entrada anterior, Enzo Buonfiglio se preguntaba muy acertadamente, “¿la gente iría a un médico que no creyese en la medicina? Supongo que no, entonces ¿por qué eligen para gobernar a gente que no cree en el Estado, como es el caso de Esperanza?¿Cómo va a gobernar gente que no cree en el papel de esta institución?”
Para aquellos que quieran ver un ejemplo de las consecuencias de un sistema sanitario privado les recomiendo el documental Sicko (Michael Moore, 2007). En él, Moore radiografía el sistema de salud de EEUU con la aportación de testimonios en primera persona de afectados y de profesionales que, ahora arrepentidos, relatan su experiencia desde dentro. “Una película que no trata de los 50 millones de estadounidenses que no tienen seguro médico y que rezan para no enfermarse, ni de los 18.000 que morirán este año por no tenerlo, sino de los 25 millones que sí tienen seguro médico, sobre aquellos que viven el sueño americano”, tal como se señala en el comienzo.
A Michael Moore se le puede acusar, en algunos momentos, de manipulador y tendencioso, sobre todo en la comparación con países europeos y cuando habla de Guantánamo. En este sentido, el documental resulta exagerado y un tanto facilón. En mi opinión, esto ocurre porque está hecho para ser visto por los propios norteamericanos. Aún así, los casos detallados ponen los pelos de punta y ayudan a ver las contradicciones de un país que siempre presume de aquello que carece.
Tampoco se le puede negar a Moore la habilidad para ridiculizar la típica mentalidad norteamericana, dominada por los fantasmas del comunismo y marcada por una gran ignorancia hacia todo aquello que ocurre más allá de sus fronteras.
La parte final en Cuba merecería un capítulo aparte: simplemente genial!
2 comentarios:
1. Hola, H&G. Enhorabuena por el artículo. Y tranquilo, de fijación con la Espe nada, que siga Rajoy al mando del PP. Que "Dios" nos pille confesados si pronto la tacones-con-calcetines coge las riendas de la derecha española.
2. De momento, he visto la mitad del documental Sicko, ¡y bendita sea la lenta seguridad social española!
3 Os recomiendo el retrato que hace, una vez más, como no, Juan José Millás sobre Ana Botella en EL PAÍS SEMANAL.
(...) "qué hemos hecho para merecernos el tándem Aznar-Botella, un matrimonio de destrucción masiva, un rayo que no cesa, una dinastía que cuando no está en el gobierno general está en el local, el caso es dar la vara, manar, tirar del coche oficial y de los presupuestos del Estado"(...)
Gracias Enzo por tu comentario. Es verdad, Millás nunca falla, siempre tan agudo. Pues, pensando ahora en esa dos mujeres, tal como me las imagino, me ha venido a la cabeza la película de Robert Aldrich "Qué fue de Baby Jane", no sé porqué será!
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