martes, 16 de diciembre de 2008

Dignidad de la talla 10

Cuando te roban la pluma lo mejor que puedes hacer es levantarte y reaccionar. Cuando se niega la palabra hay que probar siempre con la acción. En ese mundo en escala de grises que es la prensa internacional, los Estados Unidos guardan los lápices de todos los periodistas al final de cada clase. Por eso hoy, después de llegar de viaje y encontrarme con el famoso video del “lanzamiento de zapatos”, no puedo evitar que me salte la risa y que en cierta manera me haga sentir un poco más “vivo”.
La violencia es algo intrínseco en el ser humano, resulta (como tantas otras cosas) tan espeluznante como fascinante. El gran reto de la humanidad quizá no sea erradicar la violencia, sino reconocer la fascinación y el poder que ésta tiene sobre el ser humano, para así aprender a controlarla y en ningún caso utilizarla contra los demás o en beneficio propio. El problema es que entre todos los tipos de violencia con los que los seres del mundo de hoy nos debatimos, la más dura e injustificada es la que llama “daños colaterales” a sus actos interesados. La que controla y prohíbe la información acerca de sus actos en pos de perpetuar la violencia por el bien propio.
No solo me estoy hablando de las guerras por petróleo, por diamantes o cualquiera de las formas que pueda adaptar el poder, también me refiero a las poses falsas, la hipocresía institucional y la “sumisión canina” de algunos medios.
Ante las imágenes de un periodista iraquí intentando agredir a Bush, lo mas llamativo no es el lanzamiento en sí, tampoco la actitud del periodista, ni siquiera el quiebro a lo Mike Tysson con el que el caduco presidente esquiva el “proyectil de destrucción concreta”. Lo interesante desde mi punto de vista es lo que sucede después. La forma en que la violencia soterrada tras las apacibles declaraciones sale a la luz como la pus supura en una herida abierta. Los gorilas que se ocupan del sujeto agresor son mucho menos en número que los que se ocupan de cubrir las cámaras o de ponerse delante de Bush para que ningún medio capte su cara de vergüenza.
Al periodista en particular se le puede reprochar su actuación, pero dadas las condiciones y el escenario, en general puede considerársele un artista capaz de comprimir con su acto-obra lo que ha sido la ocupación norteamericana en Irak: dosis incalculables de violencia abusiva tras el velo de las formas y las excusas institucionales, en busca de unas armas de destrucción masiva que al final resultaron ser dos zapatos del número 40.
Creo que labor de los periodistas es la de reaccionar ante la violencia extrema e injustificada que además se vale de la imposición violenta de unas formas que le permiten perpetuarse. Cualquier persona que no sea capaz de implicarse de una manera personal en lo que pasa en el mundo nunca debería dedicarse a informar a los demás. La objetibidad debe ser una meta no un defecto.
¿Y tú, cómo lo ves?
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2 comentarios:

Pedro Miralles dijo...

Ei, estoy con vosotros. Creo que era necesario que esto ocurriera. Es más, hubiera sido más gracioso aún que le hubiera dado. Si nosotros le tenemos poco respeto a Bush me imagino que alrededor del mundo debe haber gente mucho más indignada y si lo tienen a tiro...sólo hace falta un poco de valor...y unos buenos zapatos!

Enzo Buonfiglio dijo...

Un gesto lleno de significado. Espero que cada vez haya más y mejores periodistas y comunicadores que le ganen terreno al sistema internacional de propaganda en el que vivimos, a esa máquina engrasada de creación del consenso de la que siempre ha hablado el gran Noam Chomsky.

Enhorabuena por la entrada.