miércoles, 3 de diciembre de 2008

La tasación del alma

El arte no tiene precio... ¿o si lo tiene? El debate sobre el valor físico y material del arte está en estos días entre las temas a tratar de todos los periódicos. La remodelación de la sala XX del Palacio de las Naciones de Ginebra, encargada al artista mallorquín Miquel Barceló y costeada íntegramente por el Gobierno español, ha suscitado una gran polémica en este sentido. Un debate que además viene a encrudecerse por darse en tiempos de crisis.
Se habla de enormes cantidades de dinero y se cuestiona la procedencia del mismo, pero sin embargo muy pocas voces se pronuncian sobre la obra del artista en sí. El hecho de que el resultado de cualquier expresión artística sea la reflexión acerca del ¿cuánto? y no del ¿cómo? o ¿por qué?, es desde mi punto de vista un fracaso rotundo del artista y por extensión del arte en general.
El peso del mercado y su omnipresencia llevan siglos cortejando el terreno del arte. Más que una expresión del alma humana, la modernidad ha convertido el arte en moneda de cambio o símbolo de status. Sin embargo, ni en estas circunstancias deja el ser humano de crear y, en este contexto convive el Arte (en forma de obras que no son más que “autógrafos gráficos” de su autor, única razón para justificar el precio que valen), con ese otro arte mucho más interesante que han traído nuevas tecnologías como Internet, videojuegos, cine digital, etc. Y es que en esto de la creación el dinero nunca es un aval para nada (véase la ultima producción cinematográfica hollywoodiense).

Quizá una herramienta audiovisual que pueda servir para reflexionar sobre este tipo de cosas sea el documental “The Devil and Daniel Johnston” (Jeff Feuerzeig, 2005). La película resulta apropiada porque cuenta la experiencia vital de Daniel Johnstone, una persona que en conjunto resulta una reivindicación viviente del arte en todas sus facetas. Además de tener serios problemas mentales, Johnstone posee el don de la creación al más alto nivel, ya sea musical, gráfica, audiovisual, etc. Su vida transcurre alejada de esas grandes cantidades de dinero de las que hablábamos al principio, y su lucha personal contra su enfermedad son el principio y el final básicos de toda su obra.Por otro lado, y como todos los grandes artistas han sabido hacer a lo largo de la historia, Johnstone es capaz de utilizar la tecnología de cada momento para adecuarla a sus necesidades. De este modo el artista cuenta con toda una colección de cassetes, cintas de Super-8 y videos con la que ha ido documentando su vida y su obra lo que hace de este filme todo un documento personal y colectivo del mundo en el que vivimos.
The Devil and Daniel Johnstone, da para muchas reflexiones (como por ejemplo donde acaba la locura y empieza la genialidad, quien pone los limites entre lo vulgar y lo sublime, etc.), pero lo mas interesante es la condición de la historia que cuenta como reivindicación de la capacidad de supervivencia de arte, por encima de política economía o lo que sea. Una reivindicación que viene a asegurar que siempre habrá personas como Johnstone, auténticos artistas capaces de llevar su obra más allá de sus propias barreras mentales y de los límites del mercado o el contexto histórico.Un documento impagable.

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Enlaces:

Tráiler de "The Devil and Daniel Johnstone" (Jeff Feurzeig, 2005)

¿Arte para la política o política para el arte? (Reportaje El País, 03/12/08)


1 comentario:

Enzo Buonfiglio dijo...

Eii HG & GM, cómo me gusta ver un documental. Ya tengo ganas de verlo, ¿cómo podría conseguirlo?

Os recomiendo uno que he visto yo recientemente y que me ha gustado mucho. Se llama THE TAKE("La toma") de Naomi Klein y Avi Lewis. Cuenta la historia de los trabajadores de Argentina que reclaman el control de las plantas industriales cerradas donde una vez trabajaron, para convertirlas en cooperativas de trabajadores. Al grito de:"Despide al jefe" y "Ocupar, resistir, producir".
Muy apropiado para los tiempos en los que nos encontramos. Su visión nos acerca a la vida de gente común que reclama trabajo, dignidad y democracia integral.También intenta mostrar lo obsoleto y contraproducente de los sistemas políticos representativos y la necesidad de la democracia directa tanto en la vida comunitaria como en el lugar de trabajo.