martes, 30 de diciembre de 2008

Cuestión de altura

Un año más otro año más. A fecha de hoy, a las fiestas más deprimentes del calendario les queda el paripé de fin de año y poco más. Como siempre en estos días los medios tanto escritos como audiovisuales recopilan datos, fechas, declaraciones, imágenes, etc., de lo que supone que ha sido un paso más en la historieta del siglo XXI.

Casi siempre en días como estos suele venirme a la cabeza el recuerdo de cuando era pequeño. Cuando la nochevieja era simplemente una noche en la que cenábamos muy tarde y a mi padre se le atragantaban las uvas o las horas perdidas en el trabajo tras la llamada telefónica de rigor.

Me gustaba más esa idea de la última noche del año, que la idea de “cambio” que en general se fomenta ahora en el mundo de los adultos. La verdad es que cuando era pequeño a nadie se le ocurrió ir midiéndome marcando rayas en la pared a lo largo de los años. Una lástima porque precisamente esa es la idea que a mi me viene a la cabeza con cada cambio de año. Lo importante no es cerrar una etapa porque lo diga el calendario o Ramón García. Las etapas se cierran y se abren a la vuelta de cualquier esquina cuando menos te lo esperas y la única manera física de comprobar el paso entre unas a otras es la comprobación de la mesura de las cosas.

Por eso y ante tantos acontecimientos internacionales históricos, decisiones de envergadura, recesiones globales etc., yo propongo que para comprobar la longitud del recorrido humano de nuestra comunidad, pongamos contra la pared nuestro entorno más próximo para marcar después una raya y ver hasta donde hemos llegado.

En mi caso, y fijándome en el lugar donde vivo, la verdad es que creo que estamos exactamente igual que el año pasado (y que hace mucho tiempo también!). La fórmula 1, la Copa América... En la Comunidad Valenciana siguen mandando los mismos y gracias a los mismos, por lo que esa etapa parece que no se va a cerrar de momento.

En concreto y en mi ciudad natal todo el crecimiento moral parece haber quedado estancado hace mucho, mucho tiempo, aunque creo que este es un problema que se extiende a toda la comunidad. Así, sabiendo que la raya en la pared no se moverá mientras no peguemos el estirón, mi deseo para el año que viene no es ya que el mundo sea mejor (ilusa estupidez), sino que las personas que habitamos en este entorno seamos más concientes de la importancia de cerrar etapas para poder abrir otras.

Estoy seguro de estar viviendo en uno de los lugares más afortunados del planeta en lo que a la naturaleza se refiere, sin embargo algo nos pasa que somos incapaces de poner en marcha la conciencia suficiente para no dejar que la avaricia y la falsedad del dinero se apoderen de nuestros destinos. El día en que seamos capaces de rechazar las oligarquías del poder, aunque estas nos recompensen con carreras de coches, podremos marcar la raya en la pared unos centímetros más alta.

Ante la inminencia de una fecha impregnada por la idea de cambio, yo os digo que en realidad todo va a seguir igual en el mundo empezando por nuestro barrio. Para poner imágenes a lo que cuento abajo marco un enlace a la medida que marca en la pared de este año el lugar donde yo nací, que además de contar con un buen puñado de gente genial, también alberga los estertores políticos de un buen puñado de gente empeñada a no crecer año tras año. Gente que vive del absentismo crónico del que sufrimos la juventud valenciana cada vez que hay que ir a votar. Cuidado, no estoy diciendo que acudiendo a votar se solucione todo, y más si uno piensa en los la pena que da la totalidad del panorama político español y valenciano. NO. El tema es ser conciente de que quienes deciden el destino de la Comunidad Valenciana son empresarios apoyados por los votos de gente tan ignorante que bastante han hecho con sacarse el carné de conducir y que no se les olvide como van las marchas.

Ánimo y feliz 2009 a todos, a ver si el año que viene nos hacemos más conscientes de lo importante de tener una opinión propia de lo que sucede alrededor para celebrar fines de año de verdad.


lunes, 29 de diciembre de 2008

Militancia

A veces la militancia se convierte en una obligación. Hay situaciones en las que quedarse al margen y no tomar partido por ninguna de las partes enfrentadas es darle la razón a la injusticia y la crueldad avariciosa. Es el caso de lo que sucede estos días en Oriente Medio. Los ataques salvajes del ejecito de Israel contra la población palestina, son para mi la imagen perfecta de la falsedad navideña, del mundo capitalista donde la sangre nunca consigue empapar el dinero de las ventas. Ante estas imágenes es imposible no posicionarse del lado palestino. No por una razón de ideología, ni mucho menos de religión, sino (y en estas fechas más que nunca) con una cuestión de empatía.

La guerra es la guerra, y como siempre suele tratarse de sangre dolor y muerte, pero fuera del campo de batalla se fragua una guerra mucho más ambiciosa: la de perpetuar la sangre el dolor y la muerte del débil hasta que caiga ante la fuerza. Es el caso de todos los medios del mundo que hoy culpan a los integristas islámicos de lo ocurrido, como el pederasta que culpa a sus víctimas por sus actos.

Y es que todo esto da mucho asco. Pero, ¿en que planeta nos creemos que vivimos? El ser occidental se vanagloria de su avance a lo largo de los siglos, cuando en realidad seguimos haciendo lo mismo que en la selva. El más fuerte siempre machaca al débil, y ahora además se justifica por ello en los medios de comunicación. Además, según lo visto (y esto es lo más patético), si alguita vez el débil consigue hacerse fuerte machacará a quien tenga debajo (véase la historia de los USA, o por supuesto la del pueblo judío).

¿Qué nos queda entonces?: la militancia. Cada uno con la que le nazca o la que la venga de dentro de... A mi me dan ganas de apoyar al débil, defender el derecho que todo ser humano debería de tener de ocupar un espacio en la tierra, y desde luego defender el derecho de cualquiera a no morir por que sí mientras espera en la sala de estar de un hospital a que venga a rescatarle la vergüenza que debería darnos a todos la situación del pueblo palestino.

Por mi parte siento vergüenza como ser humano al pensar que los brazos culpables de las últimas masacres llevan tatuados los números de los campos de concentración alemanes, otra masacre con la que la violencia hoy nos vuelve a explotar en las manos. También me decepciona pensar que solo tenía 9 años cuando un colega me dejo el primer disco de Soziedad Alkoholica y me hice consciente de lo vergonzoso del conflicto gracias al tema “Nos vimos en Berlín”, que recreaba una hipotética conversación entre un judio y un arabe supervivientes de la 2ª Guerra Mundial.

Que la violencia genera violencia, es un topicazo y una putada, pero visto lo visto es una verdad inamovible. Ante un dato tan desalentador como que la historia siempre se tratara de opresores y oprimidos, pudiendo estos intercambiar sus papeles con el paso de los años, solo que queda una postura posible bajo mi punto de vista: La militancia por una paz, no de maratón benéfico, ni de discurso de Rouco Varela, una paz consciente del peligro que conlleva el poder para los seres humanos una paz basada en la igualdad y capaz de tomarse en serio los errores cometidos por los hombres para que no se vuelvan a repetir. Una paz de trinchera ante la avaricia del poder.


"Que vueltas da la vida, pero ¿que haces aquí? ¿Es que ya no te acuerdas?, Nos vimos en Berlín"
(Soziedad Alkoholica, Nos vimos en Berlín 1991).

_______

Nos vimos en Berlín, SA

domingo, 28 de diciembre de 2008

¿Qué hacer con la rabia?

 Acabo de ver en las noticias el ataque terrorista de Israel contra los palestinos de Gaza. Sí, he dicho terrorista de manera consciente, ¿qué es sino? Lanzar bombas contra la población civil, contra hospitales , contra escuelas, ¿dónde está la línea que separa la acción de guerra merecedora de la comprensión política y mediática, del asesinato en masa? Puede que la diferencia no esté en el resultado, sino en las características del atacante: vestuario, look, armas, vehículos… Al fin y al cabo, en la tele todo es espectáculo y, como en el cine, el éxito depende del papel que te toque interpretar. Y en el conflicto árabe-israelí, los roles están asignados desde hace mucho tiempo, los malos y los buenos están claramente perfilados por los que dirigen la función. El protagonista sabe que por muy difícil que se lo pongan, al final se saldrá con la suya. Al que le tocó el papel secundario sabe que tarde o temprano acabará mordiendo el polvo. “Sayonara, baby”.

Pero, por mucho que tengamos asimilado este esquema, sus efectos son repugnantes, indignantes e injustos. ¿Y qué hacen los organismos internacionales? Pues, nada. La ONU evita condenar el ataque y se limita a pedir el cese de los bombardeos. Y EEUU, en pleno subidón de cinismo, culpa a Hamás. Es decir, que poco importan los 290 muertos y 900 heridos, aquí lo que cuenta es el poder y la importancia que tiene Israel como potencia mundial. Para entendernos, ponerse en contra de Israel es como quererle parar los pies a Rambo. Y más, sabiendo que esto no hay quien lo pare. Cuando menos te descuidas aparece otra secuela. Así las cosas, lo más prudente es ponerse al lado del que gana. De ahí a acabar soltando mamporros como él va un paso. Todo es ponerse.

Después, vendrán con que si el terrorismo internacional es el mayor reto al que nos enfrentamos el próximo año, que si mira lo malos que son los árabes y que mala pinta tienen. Porque a ver, cómo vas a comparar un entierro con todos los honores, con banda de música, salvas y una bandera bien grande, con cuatro tíos gritando por la calle con un muerto en brazos. Vamos, a quien se lo digas, no hay comparación. Después, esa gente, quieras que no, están acostumbrados. Se pasan la vida por las calles dando gritos, quemando banderas y llorando a sus muertos. No hay color. En cambio, los otros, los israelíes, da gusto de verlos. Disponen de la más moderna tecnología, que exportan al resto del mundo. Tienen conexiones financieras con las más importantes corporaciones. Cuentan con uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Y además, estamos hablando de “los judíos”, las víctimas del holocausto. Conclusión, para qué resistirme, mejor dejarme llevar antes de que me llamen aguafiestas. No se le puede pedir a alguien que llore cuando la que ponen es “Aterriza como puedas 3”. Total, estas malas películas pronto se olvidan y la semana que viene seguro que ponen otra mejor. 

Desfranquizar


Aprovecho que estoy preparando un trabajo sobre Vázquez Montalbán para recuperar un artículo suyo de 1978, donde plantea la supresión de los símbolos franquistas como necesaria limpieza histórica, un tema de actualidad por la reciente retirada de la última estatua ecuestre del dictador. Os dejo a vosotros la oportuna reflexión acerca del tiempo transcurrido, de cómo se han hecho las cosas, del proceso de recuperación o reescritura (según los casos) de la memoria histórica. De las voces que defienden el borrón y cuenta nueva y de los silencios que niegan la condena de la dictadura (equiparándose a aquellos que se niegan a condenar otros tipos de violencia, léase conflicto vasco). De la recomendación de olvidar (Rouco dixit), o de la necesidad de recordar para comprender. ¡Ahí va!
"El juicio contra 19 acusados de sedición trae a primer plano el tema de la aplazada desfranquización de España. Los 19 acusados de borrar rótulos franquistas merecerían el título de pioneros de la limpieza histórica del país. A Franco se le omite o se le ignora. Pero está ahí, en el alma de piedra de sus incondicionales y en el alma de piedra de los monumentos y placas callejeras. Franco es el convidado de piedra de la Democracia, siempre dispuesto a tirar del brazo de Don Juan Tenorio y llevárselo a los infiernos. Hasta que no se haga una revisión crítica profunda, extensa, implacable del franquismo no estaremos a salvo de la tentación de eternos retornos.
Todas las democracias europeas han luchado contra sus fantasmas nazis y fascistas. En España los fantasmas son de piedra, pero uno diría que tienen los ojos móviles y lo observan todo, pendientes de la menor ocasión para salir de sus estancamientos y recuperar la ferocidad de la carne. No hay que desfranquizar porque si o porque no, sino como una operación de salud pública, llamando las cosas por su nombre y demostrando la macabra farsa. Cambiar los rótulos. Levantar monumentos a las víctimas del irracionalismo fascista. Esas serían medidas sabias para una reeducación colectiva democrática. Practiquemos al menos la ruptura de los símbolos y las piedras." (Manuel Vázquez Montalbán, El Periódico de Catalunya, 17.12.1978)

jueves, 25 de diciembre de 2008

Un toque de seducción


Esta Navidad no me voy a dejar arrastrar por la marea consumista. No voy a ceder ante la influencia de una tradición que considero impostada y artificial. Todos los años ocurre lo mismo. Voy caminando por la ciudad bajo las luces navideñas, rodeado por una multitud cargada de bolsas con regalos y mecido por las irritantes voces de los villancicos. El olor de las castañas asadas flota en el aire y todo parece tener un brillo especial. Sigo andando y la decoración de los escaparates ejerce sobre mi una atracción seductora, las bolas relucientes me anuncian mil y un caprichos que imaginaba inalcanzables. Los anuncios de perfume me susurran en lenguas extrañas. “What are you made of?”. “Be delicious”. “J’ai t’aime”. Poco a poco voy entrando en una fase de ensoñación hasta que, al pasar junto a unas puertas metálicas, se produce el influjo: se abren automáticamente y entro en un mundo de fantasía donde todo es perfecto. Un mundo donde no existen los problemas, ni las dificultades. Donde no hay pasado, ni futuro. Donde solo existe un instante privilegiado al que accedo con mi tarjeta de crédito. Soy actor y protagonista. Durante ese trayecto me siento un héroe; a la vuelta, un villano.

 “Las muñecas de Famosa se dirigen al portal, para hacer llegar al niño su cariño y su amistad”. Pero, esta vez no van a poder conmigo. Ahora estoy preparado. Soy consciente de que la mecánica consumista es el resultado de una manipulación sistemática, el síntoma de una sociedad donde la realidad es convertida en mercancía y el deseo en motor social. Todo vale con tal de que no se caiga el tinglado. Y ahora, solo tengo que recordarlo, tener presente cómo funciona la maquinaria comercial. Y además… procurar que no se me olvide comprar regalos para toda la familia. ¡Lo disfruto tanto! Siempre les reservo más de una sorpresa. Todo me parece poco a cambio de ver la alegría en sus caras. Igual, hasta me compro algo también para mi, ¿porqué no?

jueves, 18 de diciembre de 2008

Goodbye horses

Pobres los caballos por llevar todo un mundo aguantando nuestras fanfarronadas a sus lomos. Los caballos nos han llevado y traído de nuestra propia historia y peripecia vital. Sumisos hasta la extenuación, han obedecido casi siempre nuestras órdenes en nuestra imaginación y han terminado pagando el pato de nuestros aires de grandeza mutante. Pero entre tanto trote más de uno ha terminado cayéndose de la grupa. Es lo que le ha pasado a Franco hoy en una plaza de Santander. A golpe de martillo neumático el siniestro personaje se ha terminado por fin bajando del burro en una gris mañana y ante una ama de casa (más siniestra aun) que le llevaba flores.

Más allá de lo cojonudo que me parece que se retiren caprichos personales (además de antidemocráticos) del paisaje común, lo primero que me viene a la cabeza es la empatía con el pobre caballo y con la especie equina en general, tantas veces condenada a engrandecer a acomplejados bajitos por las plazas y parques de todo el mundo.

Y es que ¿qué mal ha hecho el pobre caballo?, podrían despojarlo de su ridículo jinete y dejarlo en medio de la plaza como muestra de la liberación animal. O podrían erguir el caballo como homenaje al western, que sin caballos nunca hubiera sido lo mismo...

Yo voto por la desanimalización del poder. Basta de leones monárquicos, águilas imperiales, o cabras de la legión. El reino animal no tiene culpa de nuestras salvajes estupideces. Los animales son mucho menos salvajes que nosotros que nos matamos unos a otros durante la publicidad de gran hermano, ¿Por qué los condenamos a que posen con nosotros para siempre?

Dejemos los caballos para los buenos westerns donde son ellos los que deciden correr más o menos en función de la calidad humana de su jinete, como en The Wild Bunch (El grupo salvaje, 1969) un western filosófico muy acorde con nuestros días en el que un grupo de forajidos intentan sin éxito desviar sus caballos del camino de perdición al que conduce la avaricia y la ambición. Si el caudillo la hubiera visto detenidamente...

_____

Good Bye Horses de Q Lazzarus, un tema apropiado para hoy

Por fin las van quitando... (noticia EL PAÍS 18/12/08)

Créditos iniciales The Wild Bunch, Sam Peckinpah,1969



martes, 16 de diciembre de 2008

Dignidad de la talla 10

Cuando te roban la pluma lo mejor que puedes hacer es levantarte y reaccionar. Cuando se niega la palabra hay que probar siempre con la acción. En ese mundo en escala de grises que es la prensa internacional, los Estados Unidos guardan los lápices de todos los periodistas al final de cada clase. Por eso hoy, después de llegar de viaje y encontrarme con el famoso video del “lanzamiento de zapatos”, no puedo evitar que me salte la risa y que en cierta manera me haga sentir un poco más “vivo”.
La violencia es algo intrínseco en el ser humano, resulta (como tantas otras cosas) tan espeluznante como fascinante. El gran reto de la humanidad quizá no sea erradicar la violencia, sino reconocer la fascinación y el poder que ésta tiene sobre el ser humano, para así aprender a controlarla y en ningún caso utilizarla contra los demás o en beneficio propio. El problema es que entre todos los tipos de violencia con los que los seres del mundo de hoy nos debatimos, la más dura e injustificada es la que llama “daños colaterales” a sus actos interesados. La que controla y prohíbe la información acerca de sus actos en pos de perpetuar la violencia por el bien propio.
No solo me estoy hablando de las guerras por petróleo, por diamantes o cualquiera de las formas que pueda adaptar el poder, también me refiero a las poses falsas, la hipocresía institucional y la “sumisión canina” de algunos medios.
Ante las imágenes de un periodista iraquí intentando agredir a Bush, lo mas llamativo no es el lanzamiento en sí, tampoco la actitud del periodista, ni siquiera el quiebro a lo Mike Tysson con el que el caduco presidente esquiva el “proyectil de destrucción concreta”. Lo interesante desde mi punto de vista es lo que sucede después. La forma en que la violencia soterrada tras las apacibles declaraciones sale a la luz como la pus supura en una herida abierta. Los gorilas que se ocupan del sujeto agresor son mucho menos en número que los que se ocupan de cubrir las cámaras o de ponerse delante de Bush para que ningún medio capte su cara de vergüenza.
Al periodista en particular se le puede reprochar su actuación, pero dadas las condiciones y el escenario, en general puede considerársele un artista capaz de comprimir con su acto-obra lo que ha sido la ocupación norteamericana en Irak: dosis incalculables de violencia abusiva tras el velo de las formas y las excusas institucionales, en busca de unas armas de destrucción masiva que al final resultaron ser dos zapatos del número 40.
Creo que labor de los periodistas es la de reaccionar ante la violencia extrema e injustificada que además se vale de la imposición violenta de unas formas que le permiten perpetuarse. Cualquier persona que no sea capaz de implicarse de una manera personal en lo que pasa en el mundo nunca debería dedicarse a informar a los demás. La objetibidad debe ser una meta no un defecto.
¿Y tú, cómo lo ves?
___________

domingo, 14 de diciembre de 2008

Todo por un "quítame de ahí esos males"


Diréis que tengo fijación con “la Espe”, pero es que esta mujer es muy completa y sus aventuras y desventuras dan para mucho. Propongo una serie al estilo de “El gran héroe americano”, con “La Espe” de protagonista luciendo poderes mágicos y peinados portentosos. La serie daría comienzo durante un viaje a Castilla la Mancha, en el que se le aparecen unos extraterrestres que aterrizan con su nave. Acostumbrada como está a sobresaltos, no se sorprende de la aparición y pasa la tarde conversando con los visitantes, incluso les regala una caja con pelis de José Luis Garci. Estos la obsequian con un traje que le confiere poderes especiales pero, en su natural incompetencia, pierde el libro de instrucciones. A partir de ese momento se suceden las torpezas y la historia deviene, más de una vez, en cuento terrorífico. Como es el caso que hoy traigo al blog.

Entre el año 2003 y 2005 el Hospital Severo Ochoa de Leganés vivió unos hechos sin precedentes. Luis Montes, y otros ocho médicos fueron acusados de sedar irregularmente a 15 pacientes terminales. “No recuerdo cómo empezó el día en el que me acusaron de matar a 400 personas. He intentado muchas veces pensar en aquellas primeras horas del viernes 11 de marzo de 2005, cuando desperté por última vez siendo un médico sólo conocido por la familia, los amigos y la gente del hospital. Antes de que un periódico publicara mi foto en portada, como si fuera casi un asesino en serie, y de convertirme en blanco de los insultos y calumnias de todo un sector político y mediático. Las cosas que sucedieron a partir de aquel día sólo las puedo comparar con un huracán. Una fuerza brutal que giraba a nuestro alrededor y que todo lo arrancaba. Y nosotros, en el ojo, no podíamos hacer otra cosa que mirar, protegernos y esperar a que amainara”. El caso comenzó a raíz de unas denuncias anónimas que motivaron la posterior investigación. Unas denuncias que para Montes “está claro que fueron aprovechadas políticamente por el Gobierno regional de Madrid para crear una gran infamia que cubría todos sus proyectos de privatización de la sanidad pública madrileña”.

En enero de 2008 la Audiencia Provincial de Madrid sentenció que eran inocentes y el Ayuntamiento de Getafe aprobó en pleno, con los votos a favor de PSOE e IU y en contra del PP, solicitar la dimisión del anterior consejero de Sanidad y actual responsable de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, por su actuación en el caso Severo Ochoa. Al mismo tiempo se exigía que tanto Lamela como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pidieran perdón públicamente. Los dos se negaron. No renegaron de unas acusaciones que contaban además con el apoyo mediático de los medios afines. Algunos, como Giménez Losantos fueron condenados por calumnias. Nada nuevo. Una caza de brujas que se extendió a las clínicas abortistas y que contó con la inestimable colaboración de Ana Botella (sí, la de las peras y las manzanas): “Creo que todos hemos visto esas escenas espeluznantes de niños de siete meses de gestación en las trituradoras. A mí me produce auténtico sonrojo que aquí al lado un niño de siete meses entre en una trituradora“. Su intento de prestidigitación para que todos veamos algo que no hemos visto debería figurar en los más prestigiosos manuales de propaganda al lado de maestros como Goebbels. Una fantasía gore que a ella le producía “sonrojo”.

El paso siguiente de Aguirre y su equipo fue privatizar la gestión de los servicios de los cuatro grandes hospitales públicos de Madrid. Ella misma lo justifica: “La gestión privada de los nuevos hospitales públicos es "más eficaz" que la gestión pública”. Una tarea que se traduce en la dejadez y el abandono de los hospitales públicos en favor de la sanidad privada. Con resultados como la inundación que sufrió el servicio de urgencias del hospital Infanta Leonor, el apagón informático de los siete nuevos hospitales, las imágenes (estas sí) en Clínica del Hierro de cadáveres almacenados junto a cubos de basura, o el caso de Silveria, una anciana de 87 años aquejada de una enfermedad pulmonar, que malvivió durante seis días en los pasillos del hospital La Paz. Las Universidades públicas están padeciendo el mismo tipo de asfixia administrativa.

En una entrada anterior, Enzo Buonfiglio se preguntaba muy acertadamente, “¿la gente iría a un médico que no creyese en la medicina? Supongo que no, entonces ¿por qué eligen para gobernar a gente que no cree en el Estado, como es el caso de Esperanza?¿Cómo va a gobernar gente que no cree en el papel de esta institución?”

Para aquellos que quieran ver un ejemplo de las consecuencias de un sistema sanitario privado les recomiendo el documental Sicko (Michael Moore, 2007). En él, Moore radiografía el sistema de salud de EEUU con la aportación de testimonios en primera persona de afectados y de profesionales que, ahora arrepentidos, relatan su experiencia desde dentro. “Una película que no trata de los 50 millones de estadounidenses que no tienen seguro médico y que rezan para no enfermarse, ni de los 18.000 que morirán este año por no tenerlo, sino de los 25 millones que sí tienen seguro médico, sobre aquellos que viven el sueño americano”, tal como se señala en el comienzo.

A Michael Moore se le puede acusar, en algunos momentos, de manipulador y tendencioso, sobre todo en la comparación con países europeos y cuando habla de Guantánamo. En este sentido, el documental resulta exagerado y un tanto facilón. En mi opinión, esto ocurre porque está hecho para ser visto por los propios norteamericanos. Aún así, los casos detallados ponen los pelos de punta y ayudan a ver las contradicciones de un país que siempre presume de aquello que carece.

Tampoco se le puede negar a Moore la habilidad para ridiculizar la típica mentalidad norteamericana, dominada por los fantasmas del comunismo y marcada por una gran ignorancia hacia todo aquello que ocurre más allá de sus fronteras.

La parte final en Cuba merecería un capítulo aparte: simplemente genial!

lunes, 8 de diciembre de 2008

Ese dulce encantamiento o la modorra del empacho


Adelantándome a los regalos navideños, os traigo un extracto de un artículo de Manuel Vázquez Montalbán publicado en Octubre de 1970, bajo el título 1970. Los ritos de la fiesta o los estuches transparentes. En él, Vázquez Montalbán denuncia, con su particular ironía, el consumo irresponsable revestido de falsa felicidad de las fiestas navideñas, así como la asimilación ciudadana de unos ritos religiosos convertidos en actos mercantiles. Se lamenta el autor de la pérdida de conciencia y raciocinio de una sociedad oprimida que cede ante la persuasión publicitaria, y que baila al ritmo de las campanitas de navidad. Una sociedad que se entrega al milagro consumista como válvula de escape o como antídoto narcotizante. Sorprende, desde nuestra perspectiva histórica, la visión crítica y capacidad de análisis de Montalbán, y más en un momento en que a la dictadura todavía le faltaban cinco años para expirar. Pero, resulta inocente si la comparamos con el momento actual: los ritos de los que él hablaba están tan asimilados y magnificados que más que de paréntesis racional, se debería hablar de abismo emocional.

“Como si se tratara de una tregua de racionalidad, cada año, al calor-frío del mes de diciembre se renueva todo el ritual navideño. No aludimos a un ritual religioso, sino a un ritual civil, que implica a toda la ciudadanía de un país y que tiene en las grandes ciudades su apoteosis de liturgia del consumo, servida por los más variados signos exteriores, curiosamente derivados de la liturgia religiosa. Hay una serie de objetos-símbolo que han envilecido su origen semántico para devenir mero lenguaje publicitario y sin embargo el escándalo por esta sustitución nunca se ha planteado, hasta tal punto la tregua de racionalidad a la que aludíamos es profunda e inalterable.

Hagamos un balance de estos objetos-símbolo: estatuaria de nacimiento, adoración de los reyes, estrella de Belén, vegetación escandiavo-palestina. Hay que añadir otros objetos-símbolo que han conseguido, fuertemente impregnados de tradición, un salvoconducto casi bíblico: el pavo trufado, los barquillos, el turrón, el champán y todas las variantes gastronómicas de cada localidad. Hasta aquí nos moveríamos en un cándido mundo mitificado, como un bosque falso pero encantado, y con encanto, en el que una vez al año, al menos una vez al año, a la manera de un carnaval del sentimiento, se montara la escenificación de una vida más propicia.

Pero a partir de estos objetos-símbolo y con el auxilio de los usos y costumbres, el comercio moderno ha irrumpido con técnicas de marketing y temperatura de coordenadas en este pequeño reino íntimo y afortunado de la Navidad y ha creado la Navidad Consumista, ni blanca ni negra, sino la Más Navidad o lo que podríamos llamar, la Bio Navidad.

Y así, este juego de la abundancia, ingenuo y compensador, no ha escapado a la manipulación calculada y a la alienación de la fiesta, de toda fiesta que ceda la inversión de abandonismo que el ciudadano medio puede permitirse en tiempos prohibidos, se suma la alienación de la fiesta convertida en negocio para otros, en un gran negocio, con características especiales, que exige un tiento especial para que no se rompa el sutil encantamiento de las campanitas de Belén, con acompañamiento coral de tiernos e inocentes niños, glosadores del burro y el buey de la abundante hagiografía navideña: Esta fiesta convertida en la más gigantesca operación comercial anual, adquiere su marco más propicio en la ciudad, devenida en sí misma en un estuche ornamentado como objeto de regalo; estuche envolvente dentro del cual se perciben otros estuches que a su vez encierran otros, como en un juego de muñecas rusas transparentes."

jueves, 4 de diciembre de 2008

Frío

Más de la mitad de la sangre que hay en el planeta se encuentra a baja temperatura. Las portadas de los periódicos de hoy son una muestra de ello. Se necesita sangre fría para asesinar a quemarropa a alguien por un tema de fronteras geográficas. También para seguir vendiendo bombas de racimo a países con guerras heredadas llevadas a cabo por niños armados. Con mucha sangre fría un dictador venezolano piensa en estos momentos como violar en un callejón con poca luz a la capacidad de elegir su destino de miles de personas. Congelado parecía tener el plasma ayer el eterno Manuel Fraga cuando tras 40 años de participación en una dictadura cruel e implacable defendía en la televisión su “hoja limpia de servicios”.

La sangre fría domina el mundo. A nadie le gusta pero la verdad es que a casi todos fascina. Con gran cantidad de sangre fría se meten penaltis importantísimos, se consiguen contratos millonarios o se asesina a un compañero de viaje en el autobús. Quizá algún día se nos caliente la sangre y desterremos la frialdad del falso pedestal que ocupa. Puede que el cambio climático no sea tan malo después de todo, aunque lo cierto es que cada invierno parece hacer mas frío y la sangre lo nota.
Para todos aquellos con la sangre y la conciencia constipadas:

Y dije: “Bien Dick. ¿Algún escrúpulo?” No me contestó. Dije: “Si los dejamos con vida, lo que se nos viene encima no es ninguna tontería. Como mínimo nos caen diez años”. Él seguía sin decir nada. Tenía el cuchillo en la mano. Se lo pedí, y me lo dio, y dije: “Muy bien allá voy”

(A sangre fría, Truman Capote 1966)

_____

In Cold Blood, Truman Capote 1966

Última toma de la temperatura de la sangre

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La tasación del alma

El arte no tiene precio... ¿o si lo tiene? El debate sobre el valor físico y material del arte está en estos días entre las temas a tratar de todos los periódicos. La remodelación de la sala XX del Palacio de las Naciones de Ginebra, encargada al artista mallorquín Miquel Barceló y costeada íntegramente por el Gobierno español, ha suscitado una gran polémica en este sentido. Un debate que además viene a encrudecerse por darse en tiempos de crisis.
Se habla de enormes cantidades de dinero y se cuestiona la procedencia del mismo, pero sin embargo muy pocas voces se pronuncian sobre la obra del artista en sí. El hecho de que el resultado de cualquier expresión artística sea la reflexión acerca del ¿cuánto? y no del ¿cómo? o ¿por qué?, es desde mi punto de vista un fracaso rotundo del artista y por extensión del arte en general.
El peso del mercado y su omnipresencia llevan siglos cortejando el terreno del arte. Más que una expresión del alma humana, la modernidad ha convertido el arte en moneda de cambio o símbolo de status. Sin embargo, ni en estas circunstancias deja el ser humano de crear y, en este contexto convive el Arte (en forma de obras que no son más que “autógrafos gráficos” de su autor, única razón para justificar el precio que valen), con ese otro arte mucho más interesante que han traído nuevas tecnologías como Internet, videojuegos, cine digital, etc. Y es que en esto de la creación el dinero nunca es un aval para nada (véase la ultima producción cinematográfica hollywoodiense).

Quizá una herramienta audiovisual que pueda servir para reflexionar sobre este tipo de cosas sea el documental “The Devil and Daniel Johnston” (Jeff Feuerzeig, 2005). La película resulta apropiada porque cuenta la experiencia vital de Daniel Johnstone, una persona que en conjunto resulta una reivindicación viviente del arte en todas sus facetas. Además de tener serios problemas mentales, Johnstone posee el don de la creación al más alto nivel, ya sea musical, gráfica, audiovisual, etc. Su vida transcurre alejada de esas grandes cantidades de dinero de las que hablábamos al principio, y su lucha personal contra su enfermedad son el principio y el final básicos de toda su obra.Por otro lado, y como todos los grandes artistas han sabido hacer a lo largo de la historia, Johnstone es capaz de utilizar la tecnología de cada momento para adecuarla a sus necesidades. De este modo el artista cuenta con toda una colección de cassetes, cintas de Super-8 y videos con la que ha ido documentando su vida y su obra lo que hace de este filme todo un documento personal y colectivo del mundo en el que vivimos.
The Devil and Daniel Johnstone, da para muchas reflexiones (como por ejemplo donde acaba la locura y empieza la genialidad, quien pone los limites entre lo vulgar y lo sublime, etc.), pero lo mas interesante es la condición de la historia que cuenta como reivindicación de la capacidad de supervivencia de arte, por encima de política economía o lo que sea. Una reivindicación que viene a asegurar que siempre habrá personas como Johnstone, auténticos artistas capaces de llevar su obra más allá de sus propias barreras mentales y de los límites del mercado o el contexto histórico.Un documento impagable.

______

Enlaces:

Tráiler de "The Devil and Daniel Johnstone" (Jeff Feurzeig, 2005)

¿Arte para la política o política para el arte? (Reportaje El País, 03/12/08)